El crecimiento de población y de la renta per cápita en el mundo va a provocar una revolución en la alimentación a nivel global. El incremento de la demanda de alimentos, unido a las implicaciones del cambio climático, provocará que no haya agua potable ni tierras fértiles para producir los alimentos que se necesitan.

La presión sobre los recursos naturales va aumentar, y compañías privadas y países están comprando empresas, derechos de pesca y tierras en el mundo, convirtiendo la alimentación en un recurso estratégico al mismo nivel que la energía.

Ante este escenario, no podemos hablar sólo de sostenibilidad, tenemos que avanzar y exigir una producción integra de alimentos. Es decir, cuando todas las personas, en todo momento, tengan acceso a alimentos que sean seguros, auténticos y nutritivos, y los sistemas utilizados para producir los alimentos sean sostenibles, éticos y respeten al medio ambiente y protezcan los derechos humanos de todos los trabajadores que producen alimentos.